Sobre el artista
Luis Haro de Pablo, nació en Montejo de la Vega de la Serrezuela (Segovia) el 1 de octubre de 1923. Siempre arriesgó mucho para mantener su independencia, su proyecto personal y seguir siendo dueño de su voz y su destino. Desde 1962, reside en Aranda de Duero (Burgos).Retrato de la pintora Yhervas
Sobre él y su obra, han dicho:
Como buen artesano ha intimado con el tejido de la madera y lo acaricia para conformar una sucesión de figuras vivientes que exhiben sin pudor todo lo absurdo que producto del sedimento marcan su posición ante el rito de la vida. Luis Haro no está llenando un vacío, al conocerse es cómplice de sí mismo y va centrando buena parte de su trabajo de investigación en planos fronterizos de la luz y la sombra.
(Ángel Alvarez de Eulate Peñaranda. 1989)
Todo parece confusión en estos difíciles tiempos, difuminado, sin los perfiles claros delineados por los verdaderos valores. Luis Haro, piensa, y demuestra en sus obras, que es necesario, más que nunca, volver a bucear en las arcanas fuentes. Un renacer a los orígenes, sin velos y sin postizos, mostrando con primor —¡eso sí! — la primitiva naturaleza, recuperando un sencillo y antiguo simbolismo, quizás del medievo, como ruboroso acompañante. Expresión nueva y vitalista, que aparece ahora, por vez primera, en Luis Haro, como resultado de sus búsquedas y tratando de acercar, a todos los humanos, sus ideas, sus obsesiones.
El hombre y su trabajo, la mujer, la pareja, la familia y, como sublimación mística, sus iguales entre los personajes divinos, Jesucristo y María, constituyen sus temas de ensoñación. Utiliza, como acostumbra, un elemento vivo y primitivo, la madera; material a veces tosco, a veces suave, con texturas masculinas o femeninas, según la sabia gubia de Luis, aunque siempre agradables y naturales. Formas amasadas con entusiasmo y amor, cobrando, por ello, valor de eternidades.
Con ellas, él, procura defender y entronizar la verdad, con el ropaje excelso de los dioses, LA BELLEZA.
(Alberto Arroyo Hidalgo.1994)
En primer lugar tienen la fresca espontaneidad de lo que no está sometido a reglas académicas, que muchas veces terminan por convertirse en el corsé del alma de más de un artista. Pero, sobre todo, en este conjunto de vivencias (que eso son, en definitiva) se averigua fácilmente toda una vida, seguramente no muy corta, estudiando al género humano, editando con frecuencia las preguntas más transcendentes que se hace el hombre (…)
Hay un fondo religioso en este hombre que se traduce con facilidad en una colección de imágenes, principalmente de la Virgen. Pero, sobre todo, Luis Haro de Pablo es alguien que sabe adentrarse en el alma humana, aún más si las cosas se refieren al alma noble, clara, de lectura tan fácil como la del campesino, de nuestros campesinos, que así son o, por lo menos, así eran antes de que el mundo se dejara vencer por el sofisma de ahora mismo.
Algo que llama la atención, primordialmente porque viene de una persona que, por edad, ha debido vivir otro modos y maneras, es una especie de asimetría, de desproporción en algunas obras (buscada a propósito, que quede claro) que logra unos efectos estéticos nada frecuentes. Y llama la atención el resultado final: un estudio psicológico que sólo puede ser el efecto de una vida observando lo que ocurre en el mundo que nos rodea, visto a través del alma ajena. Y de la propia, claro.
(Alfonso Salgado. Diario de Burgos 20-1-95)
Luis Haro ha tenido que decir no, decir no quiero, en innumerables ocasiones a lo largo de su vida. (…)
Luis Haro da forma a su libertad con las manos. Extendidas, no para mendigar sino para acoger, para saludar. Apretadas, para trabajar y transformar la madera en su discurso, comunicándonos los estragos que dejan tantos “si” enajenantes en las personas. (…)
En sus alegorías muestra la visión de su filosofía de vida y en los grupos escultóricos, como si de un teatro se tratara, nos cuenta historias con todo lujo de detalle.
(M. Haro. 2006)